Los gremios de constructores medievales: los magos de la piedra

Durante los siglos XI y XII el continente europeo experimentó un notable crecimiento demográfico que conllevó el desarrollo del sector agrícola. Se ampliaron las zonas de cultivo, que hasta entonces eran solo las tres cuartas partes del continente, y se introdujeron nuevos métodos de roturación. Esto produjo un excedente de productos y de mano de obra en los feudos señoriales. Comenzó así una nueva etapa de relaciones entre el campo y la ciudad que permitieron el paso de una economía autárquica y rural a una economía de mercado urbana que daría paso inmediatamente a un comercio internacional como no se había visto en Occidente desde hacía cientos de años. Este auge económico trajo consigo el nacimiento de las grandes ciudades, donde apareció una nueva clase social, la burguesía, formada por comerciantes y artesanos que se organizaron en asociaciones para proteger sus intereses. Estas asociaciones recibieron el nombre de gremios, palabra que proviene del latín con el significado de “seno”, “regazo” o “protección”. El denominador común de todas estas asociaciones profesionales es que tenían como principal objetivo la protección de sus miembros y los intereses de grupo. También recibieron el nombre de guildas, un vocablo derivado de la antigua voz germánica gelt (pago), con la que se indicaba la cantidad que debían entregar los miembros que entraban a forma parte de una de estas asociaciones.