Una visita al castillo calatravo de Alcañiz nos ha permitido dar con una marca de cantero bastante especial por su singularidad. La hemos podido documentar, a falta de completar las tareas de clasificación del catálogo del proyecto SIGNO, en esta construcción y en la iglesia de Santa María de los Olivos en Tomar.

El signo lapidario grabado en las dovelas de los arcos de la entrada a la capilla del castillo calatravo es sin duda, por su ubicación, complejidad y enorme singularidad en el conjunto, un signo de maestría. Está compuesto por la grafía de la letra “R”, con el pie rematado en una línea curva en forma de espiral, acompañada de un segmento que también está rematado en espiral, al modo de un báculo.

Marca de cantero a modo de firma de maestría en las dovelas del pórtico de acceso a la capilla del castillo calatravo de Alcañiz.

En la iglesia de Santa María de los Olivos en Tomar, fundada en el siglo XII por Gualdim Pais, maestro de la Orden del Temple, encontramos el mismo tipo de signo lapidario en forma de la grafía de una “R”, sólo que sin estar acompañada del segmento a modo de báculo.

Marcas de cantero en la iglesia templaria de Santa María de los Olivos, en Tomar.

Dada su cuidada factura y relativa complejidad, sobre todo en cuanto a su factura ya que implicar tener que cincelar en la piedra líneas curvas, es probable que sea la marca de un experto maestro. De lo que no cabe duda es que este signo denota la filiación de los talleres de canteros que trabajaron para la Orden del Temple y para los caballeros calatravos en Alcañiz. La diferencia es que el signo de la “R” no está acompañado por el segmento a modo de báculo, aunque podemos observar otras marcas que combinan la espiral con un segmento de forma muy similar.

Marcas de cantero en la iglesia templaria de Santa María de los Olivos, en Tomar que combina un segmento recto con otro acabado en espiral (iglesia de Santa María de los Olivos, Tomar).

¿Qué podemos decir de la estructura de este signo lapidario? Las marcas de cantero de maestría siempre están muy trabajadas, sobre todo en cuanto a la manera de obtener sus trazados. Suelen incorporar reglas geométricas de formación.

Comencemos con el análisis de las marcas presentes en la iglesia de Santa María de los Olivos. En general, si tomamos el asta que conforma de la letra “R” y nos atenemos a las proporciones que se desprenden de dividirlo para formar la grafía, con la cabeza o rulo y el pie o pata, la relación es de entre 1,6 y 1,7. El mismo grueso del trazado impide llegar a una aproximación por debajo del segundo decimal. Se trata de una cuestión matemática. Otra cosa muy diferente es realizar el trazado de dicha operación sobre la piedra, a pulso con maceta y cincel. Así que todo indica que o bien el cantero empleó una operación basada en la sección áurea, es decir, en función del número Phi = 1,61; o bien una relacionada con la √3.

Veamos un primer ejemplo con una de las muestras de la iglesia de Santa María de los Olivos. El punto que divide el asta de la “R” en este caso lo hace en función de la √3 de una forma bastante aproximada.

Proporciones de la grafía de la letra "R" en base a la raíz cuadrada de 3 (iglesia de Santa María de los Olivos, Tomar).

En un segundo ejemplo, la cabeza y el pie no arrancan en el mismo punto. La cabeza sigue dividiendo el asta en función de la proporción áurea. Sin embargo, el arranque del pie divide el segmento de tal forma que se desprende un cociente que es igual a 1,77. Aunque resulte del todo sorprendente, esta razón se expresar como la raíz del número Pi. No por ello esto implica, por supuesto, que fuese la intención del cantero ni que éste supiese que existe tal número irracional. Pero el hecho es que al separar el corte entre la cabeza y el pie de la “R” el resultado de la división proporcionales es el que es.

Proporciones de la grafía de la letra "R" en base a la sección áurea y la raíz cuadrada de Pi (iglesia de Santa María de los Olivos, Tomar)

En otro ejemplo, el punto donde arrancan la cabeza y el pie divide el segmento del asta en función, una vez más, de la sección áurea.

Proporciones de la grafía de la letra "R" en base a la sección áurea (iglesia de Santa María de los Olivos, Tomar).

En el castillo calatravo de Alcañiz también hemos documentado este tipo de marcas. En este caso se encuentran grabadas a conciencia en las dovelas del arco del pórtico que da acceso a la capilla. Miden entre 20 y 25 cm. Es imposible no fijarse en ellas al entrar en la capilla. Si tomamos una de las muestras, correspondiente a la siguiente imagen, tenemos que la “R” tiene exactamente las mismas proporciones basadas en la √3 que hemos observado en la iglesia de Santa María de los Olivos.

Signo lapidario en forma de "R" en las dovelas del pórtico de acceso a la capilla del castillo calatravo de Alcañiz.

En cualquier caso, las marcas de cantero en forma de “R” presentes en estas dos construcciones se trazan de la misma forma. Comparten un patrón, una regla específica de formación, de la que se desprende una de las razones más apreciadas en geometría y, por extensión, en la práctica del oficio de la construcción y la labra de la piedra. Esto es muy importante porque, más allá del valor arqueológico que tienen las marcas de cantero, que nos descubren la historia de los edificios, también pueden tener un gran valor en cuanto a su misma morfología, estilos y reglas de formación. Esta unidad semántica supone una valiosa información, que no está recogida en los escritos, que en ocasiones permite identificar algunos de los métodos de trazado que practicaban aquellos maestros de la regla y el compás. Y esto aún cobra más importancia dada la falta de documentación sobre la transmisión de los conocimientos del oficio hasta bien entrado el siglo XV, debido en gran parte al secreto que imperaba en el seno de estas agrupaciones, cuyas técnicas habían convertido a sus miembros en una nueva clase social que gozaba de privilegios comparables al de la nobleza y los mismismos reyes.

La perspectiva que proporciona el análisis morfológico de las marcas de cantero puede llegar a ser complementaria al enfoque puramente arqueológico al poner el foco en el estudio de las ideas, las creencias y los conocimientos de los miembros de estas agrupaciones de constructores a lo largo de la historia de la arquitectura.

Las marcas de cantero son otro de los muchos vértices de esa figura poliédrica que es la arquitectura medieval, una disciplina en donde se conjugan formando una trama indisoluble, arte, ciencia y religión. Como hemos visto, en ocasiones hay que estar atento ya que incorporan en sus diseños secretos que son la constatación de principios geométricos notables.

Para finalizar el artículo, añadir a modo de conclusión, que de la unidad estilística de las marcas en forma de “R” del castillo calatravo de Alcañiz y la iglesia de Santa María de los Olivos en Tomar se deduce algún tipo de conexión entres los talleres de canteros y constructores que trabajaron para estas órdenes militares. Una filiación que permite seguir el rastro de quienes labraron estos signos lapidarios, como indica la historiografía de las dos construcciones.

La Iglesia de Santa María de los Olivos fue el lugar de entierro de los maestres de la Orden del Temple en Portugal. Con la disolución de la Orden, se convirtió en la sede de la Orden de Cristo, desempeñando un papel clave en los famosos viajes de descubrimiento portugueses. El edificio actual data de una remodelación del siglo XIV, pero aún conserva rasgos de su estructura original románica. Las dependencias más antiguas del castillo calatravo de Alcañiz datan de los siglos XII y XIII, sobresaliendo la capilla, el claustro y la torre del homenaje. Es en esta época en la que la villa recibe Fuero Real en 1157 de Ramón Berenguer IV y lleva a cabo una ampliación territorial. Finalmente, en 1179, Alfonso II de Aragón concede el castillo, así como un gran grupo de aldeas y lugares vinculados a la villa, a la Orden Militar de Calatrava.

En todo caso, y sólo por su gran singularidad, tanto respecto a las construcciones donde se encuentra como al total de marca catalogadas, creemos que estamos ante un signo lapidario que era muy importante. Pocos debían estar autorizados para firmar con este signo de reconocimiento y maestría. Probablemente, se trate de la firma canteril, a modo de los “Me Fecit”, del maestro de obras que levantó la capilla del castillo calatravo.